martes, 28 de abril de 2015

Los textos descriptivos como pintura verbal



Primero es importante saber que describir es representar la realidad mediante palabras. Muchas veces se ha definido como pintura verbal. Si la historia en la narración se desarrolla como un proceso temporal, el contenido de la descripción detiene el transcurso del tiempo para observarlos detalles de un objeto, una persona o un entorno como si de una pintura se tratara.


De acuerdo a lo anterior, un texto descriptivo es aquel que tiene por finalidad representar el aspecto de algo o alguien, explicando sus características, sus partes, o cualidades. 
En otras palabras, la descripción utilizada en la redacción es como una herramienta que ayuda a transmitir con mejor fidelidad la apariencia de una cosa, o de alguien en particular. 
De esta forma, mientras la descripción sea buena y detallada, mejor se transmite la idea del escritor.


Para realizar una descripción tienes que:

      1º.- Seleccionar la información más importante. 
      2º.- Ordenar esa información en el espacio y tiempo: de lo general a lo concreto.

Existen dos tipos de descripciones según intervenga o no la visión personal del que escribe el texto: científica (cuando nos informa con precisión de las características físicas de lo descrito y por lo tanto, es objetiva, al describir tal cual es aquello de lo que se habla en el texto .

Este tipo de descripción la que encontramos en enciclopedias y en ella no interviene el parecer del que describe) y literaria (cuando lo descrito se realiza de un modo muy personal, intervienen los sentimientos y pensamientos del que realiza la descripción, es, por tanto, subjetiva).
 
El texto descriptivo consiste en la representación verbal real de un objeto, persona, paisaje, animal, emoción, y prácticamente todo lo que pueda ser puesto en palabras.

Este tipo de texto pretende que el lector obtenga una imagen exacta de la realidad que estamos transmitiendo en palabras, una especie de “pintura verbal”.

Es muy importante diferenciar dos tipos de descripción: la técnica y la literaria. Entre ambos hay muchas diferencias:

- En la descripción técnica es fundamental que la objetividad siempre sea respetada para que la información no sea distorsionada por algún punto de vista u opinión. El lenguaje que se utilizará es frío, con palabras técnicas que sólo apuntan a explicar una característica de lo que se intenta representar.

- En la descripción literaria se da lo opuesto, primando la subjetividad del autor y el uso de palabras con la búsqueda agregada de generar una estética agradable. Importante también, es aclarar que la realidad que nos describe el escritor puede haber salido de su imaginación, y ser perfectamente un texto descriptivo, dado que, al fin y al cabo, se trata de una realidad: la suya.

Una característica esencial, que se aplica en ambos tipos de descripciones, es que se trata de textos atemporales. Esto significa que lo que describimos, al momento de hacerlo, no se mueve en el tiempo sino que lo detenemos unos instantes para hablar de él como un todo estático.

El proceso de descripción se divide en tres etapas. La fase final es presentar lo que se definió en las primeras dos. La primera, entonces, consiste en observar la realidad, analizando detenidamente todos los detalles que podamos reconocer para luego, en la segunda etapa, podamos ordenar esa información. Haremos esto para que el texto pueda ser interpretado con claridad, organizando el texto de una manera lógica (de lo más importante a lo menos importante o viceversa; de lo general a lo particular o viceversa; de la forma al contenido o viceversa).

lunes, 27 de abril de 2015

Cuento de la semana: "Ante la ley"

Franz Kafka



Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.

-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.


La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.

El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.

Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.

Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián.

Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo.

El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.
-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.
-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?

El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:

-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

domingo, 26 de abril de 2015

Hallar conceptos a través de los protocolos de lectura


De casualidad, ¿en alguna de tus asignaturas has tenido que hacer un protocolo de lectura, y no sabes qué es, y mucho menos cómo hacerlo? pues bien, aquí te diremos en que consiste, y coómo  hacer un buen ejercicio, ya que en la mayoría de instituciones de educación superior en alguna asignatura, sin importar la carrera, es propuesta esta actividad.

Para iniciar, es importante aclarar las diversas funciones que tienen este tipo de actividades,  es un instrumento de trabajo utilizado usualmente para extraer los conceptos encontrados en la lectura, no hay ningún límite para la cantidad de extracción de conceptos, pues si logras identificar todos los que encuentras en la lectura, mejor será tu trabajo. Estos dan cuenta del proceso de aprendizaje que se ha realizo al sustraerlos y darles un comentario a cada uno de ellos. En algunos casos, estos términos son utilizados para la realización de la tesis, que corresponde a un proyecto de investigación realizado durante los últimos semestres cursados en la universidad.


Continuando con lo anterior, se recomienda utilizar un resaltador cuando se esté realizando la lectura, para ir subrayando los conceptos, también realizar un cuadro en Word, dividido por cuatro casillas, la primera que diga: Autor, aquí se pondrá el tema, fecha de publicación e impresión,  la segunda columna: Concepto, la siguiente: Descripción del concepto, el significado de esté y por último, comentario, que son las acotaciones que realiza el reseñador de los conceptos, dicho de otro modo comentarios propios con respecto al término. Además de esto, es importante anexar en referencias bibliográficas lecturas alusivas a los conceptos reseñados, ya que esto permite la adquisición de conocimientos y enriquecerlos, además de facilitar el proceso de apropiación de estos. 

Un ejemplo de protocolos de lectura:


sábado, 25 de abril de 2015

¡Qué nervios! Tengo que exponer... ¿Cómo hacer una buena exposición?



Levantarse y hablar frente a muchas personas siempre será una situación que pondrá nervioso a cualquier ser humano, sin importar su espontaneidad o qué tan hábil sea éste con el discurso.

Hoy CELEE te enseñará algunas técnicas para que expongas con libertad frente a tu clase, no sólo en términos de controlar los nervios, sino para que puedas dominar una línea discursiva impecable que cumpla con todos los requerimientos que prevé el tema a exponer.

1.    Es importante que tengas pleno dominio del tema a exponer. Es decir, que hayas hecho la investigación previa, a conciencia, y que comprendas a cabalidad cada fragmento o ítem a desarrollar durante la exposición. De no ser así, estarás muy nervioso y desubicado, pues si no entiendes lo que estás diciendo, ¿cómo explicarlo?

2.    Escribe lo que vas decir, de forma organizada y léelo en voz alta. Esto te ayudará a tener mayor fluidez al momento de exponer, ya que tendrás todas las ideas organizadas, de antemano. Leer en voz alta te ayudará a recordar el discurso y a apropiarte del tema.

3.    Haz fichas con los datos más importantes de la temática a abordar. Utiliza cuadritos medianos o pequeños de un material agradable a la vista y ahí escribe las ideas principales que te permitan conducir tu discurso por la línea que ideaste desde el inicio.


4.    Intenta hacer contacto visual con el público y habla en un tono de voz que todos puedan escuchar. Este último es muy importante, ya que mirar a la audiencia proyecta seguridad y genera credibilidad en el orador, además, hablar en un tono de voz que todos alcancen a escuchar, hace que la exposición sea más amena y que el público esté atento.

jueves, 23 de abril de 2015

¿Debes analizar un texto?


En  muchas ocasiones, sin importar la carrera que estudies o las materias que curses, el profesor deja de tarea realizar la lectura de uno o varios textos y analizarlos. Al principio suena fácil, leer un documento y escribir lo que entendiste, “cosa de niños”; pero cuando te sientas a hacerlo, surgen múltiples inquietudes y no sabes por dónde empezar. En un santiamén padeces del “síndrome de la hoja en blanco”.

Para que eso no te ocurra, te daremos algunos consejos a la hora de escribir un buen análisis de texto. Pero antes, es necesario comprender que analizar un texto no significa hacer un resumen del mismo, ya que el resumen se encarga netamente de contar lo que dice el escrito, de forma menos extensa y dando preponderancia a lo más importante; mientras que el análisis de texto, explica el texto en cuanto a su significado  y estructura argumentativa, como tal.

Lee las siguientes recomendaciones, éstas serán de mucha utilidad para ti al momento de redactar un análisis de texto:

1.    Identifica el tema del escrito a analizar, investiga quién es el autor y la finalidad que él tiene con su texto.

2.    Lee muy bien el texto, sin importar su formato.

3.    En el proceso de lectura, resalta las ideas principales y escribe aparte lo que éstas significan o dan a entender.

4.    Reconoce qué tipo de texto es (narrativo, descriptivo, expositivo, argumentativo, etc)

5.    Identifica el argumento de la obra o escrito (una especie de pequeño resumen que dé cuenta del tema y las ideas principales). Ésta debe ser parte del análisis porque para explicar el texto hay que dejar claro en qué consiste el mismo.

6.    De acuerdo a las indicaciones del profesor, puedes o no incluir tu opinión respecto al documento, es decir, explicar las ideas del autor y dar tu punto de vista al respecto. 

miércoles, 22 de abril de 2015

Cuento de la semana: "El sur"

Jorge Luis Borges



El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la Iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una biblioteca municipal en la calle Córdoba y se sentía hondamente argentino. Su abuelo materno había sido aquel Francisco Flores, del 2 de infantería de línea, que murió en la frontera de Buenos Aires, lanceado por indios de Catriel: en la discordia de sus dos linajes, Juan Dahlmann (tal vez a impulso de la sangre germánica) eligió el de ese antepasado romántico, o de muerte romántica. Un estuche con el daguerrotipo de un hombre inexpresivo y barbado, una vieja espada, la dicha y el coraje de ciertas músicas, el hábito de estrofas del Martín Fierro, los años, el desgano y la soledad, fomentaron ese criollismo algo voluntario, pero nunca ostentoso. A costa de algunas privaciones, Dahlmann había logrado salvar el casco de una estancia en el Sur, que fue de los Flores: una de las costumbres de su memoria era la imagen de los eucaliptos balsámicos y de la larga casa rosada que alguna vez fue carmesí. Las tareas y acaso la indolencia lo retenían en la ciudad. Verano tras verano se contentaba con la idea abstracta de posesión y con la certidumbre de que su casa estaba esperándolo, en un sitio preciso de la llanura. En los últimos días de febrero de 1939, algo le aconteció.

Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado con las mínimas distracciones. Dahlmann había conseguido, esa tarde, un ejemplar descabalado de Las Mil y Una Noches de Weil; ávido de examinar ese hallazgo, no esperó que bajara el ascensor y subió con apuro las escaleras; algo en la oscuridad le rozó la frente, ¿un murciélago, un pájaro? En la cara de la mujer que le abrió la puerta vio grabado el horror, y la mano que se pasó por la frente salió roja de sangre. La arista de un batiente recién pintado que alguien se olvidó de cerrar le habría hecho esa herida. Dahlmann logró dormir, pero a la madrugada estaba despierto y desde aquella hora el sabor de todas las cosas fue atroz. La fiebre lo gastó y las ilustraciones de Las Mil y Una Noches sirvieron para decorar pasadillas. Amigos y parientes lo visitaban y con exagerada sonrisa le repetían que lo hallaban muy bien. Dahlmann los oía con una especie de débil estupor y le maravillaba que no supieran que estaba en el infierno. 

Ocho días pasaron, como ocho siglos. Una tarde, el médico habitual se presentó con un médico nuevo y lo condujeron a un sanatorio de la calle Ecuador, porque era indispensable sacarle una radiografía. Dahlmann, en el coche de plaza que los llevó, pensó que en una habitación que no fuera la suya podría, al fin, dormir. Se sintió feliz y conversador; en cuanto llegó, lo desvistieron; le raparon la cabeza, lo sujetaron con metales a una camilla, lo iluminaron hasta la ceguera y el vértigo, lo auscultaron y un hombre enmascarado le clavó una aguja en el brazo. Se despertó con náuseas, vendado, en una celda que tenía algo de pozo y, en los días y noches que siguieron a la operación pudo entender que apenas había estado, hasta entonces, en un arrabal del infierno. El hielo no dejaba en su boca el menor rastro de frescura. En esos días, Dahlmann minuciosamente se odió; odió su identidad, sus necesidades corporales, su humillación, la barba que le erizaba la cara. Sufrió con estoicismo las curaciones, que eran muy dolorosas, pero cuando el cirujano le dijo que había estado a punto de morir de una septicemia, Dahlmann se echó a llorar, condolido de su destino. Las miserias físicas y la incesante previsión de las malas noches no le habían dejado pensar en algo tan abstracto como la muerte. Otro día, el cirujano le dijo que estaba reponiéndose y que, muy pronto, podría ir a convalecer a la estancia. Increíblemente, el día prometido llegó.

A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos; Dahlmann había llegado al sanatorio en un coche de plaza y ahora un coche de plaza lo llevaba a Constitución. La primera frescura del otoño, después de la opresión del verano, era como un símbolo natural de su destino rescatado de la muerte y la fiebre. La ciudad, a las siete de la mañana, no había perdido ese aire de casa vieja que le infunde la noche; las calles eran como largos zaguanes, las plazas como patios. Dahlmann la reconocía con felicidad y con un principio de vértigo; unos segundos antes de que las registraran sus ojos, recordaba las esquinas, las carteleras, las modestas diferencias de Buenos Aires. En la luz amarilla del nuevo día, todas las cosas regresaban a él.
Nadie ignora que el Sur empieza del otro lado de Rivadavia. Dahlmann solía repetir que ello no es una convención y que quien atraviesa esa calle entra en un mundo más antiguo y más firme. Desde el coche buscaba entre la nueva edificación, la ventana de rejas, el llamador, el arco de la puerta, el zaguán, el íntimo patio.

En el hall de la estación advirtió que faltaban treinta minutos. Recordó bruscamente que en un café de la calle Brasil (a pocos metros de la casa de Yrigoyen) había un enorme gato que se dejaba acariciar por la gente, como una divinidad desdeñosa. Entró. Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza de café, la endulzó lentamente, la probó (ese placer le había sido vedado en la clínica) y pensó, mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante.

A lo largo del penúltimo andén el tren esperaba. Dahlmann recorrió los vagones y dio con uno casi vacío. Acomodó en la red la valija; cuando los coches arrancaron, la abrió y sacó, tras alguna vacilación, el primer tomo de Las Mil y Una Noches. Viajar con este libro, tan vinculado a la historia de su desdicha, era una afirmación de que esa desdicha había sido anulada y un desafío alegre y secreto a las frustradas fuerzas del mal.

A los lados del tren, la ciudad se desgarraba en suburbios; esta visión y luego la de jardines y quintas demoraron el principio de la lectura. La verdad es que Dahlmann leyó poco; la montaña de piedra imán y el genio que ha jurado matar a su bienhechor eran, quién lo niega, maravillosos, pero no mucho más que la mañana y que el hecho de ser. La felicidad lo distraía de Shahrazad y de sus milagros superfluos; Dahlmann cerraba el libro y se dejaba simplemente vivir.
El almuerzo (con el caldo servido en boles de metal reluciente, como en los ya remotos veraneos de la niñez) fue otro goce tranquilo y agradecido.

Mañana me despertaré en la estancia, pensaba, y era como si a un tiempo fuera dos hombres: el que avanzaba por el día otoñal y por la geografía de la patria, y el otro, encarcelado en un sanatorio y sujeto a metódicas servidumbres. Vio casas de ladrillo sin revocar, esquinadas y largas, infinitamente mirando pasar los trenes; vio jinetes en los terrosos caminos; vio zanjas y lagunas y hacienda; vio largas nubes luminosas que parecían de mármol, y todas estas cosas eran casuales, como sueños de la llanura. También creyó reconocer árboles y sembrados que no hubiera podido nombrar, porque su directo conocimiento de la campaña era harto inferior a su conocimiento nostálgico y literario.

Alguna vez durmió y en sus sueños estaba el ímpetu del tren. Ya el blanco sol intolerable de las doce del día era el sol amarillo que precede al anochecer y no tardaría en ser rojo. También el coche era distinto; no era el que fue en Constitución, al dejar el andén: la llanura y las horas lo habían atravesado y transfigurado. Afuera la móvil sombra del vagón se alargaba hacia el horizonte. No turbaban la tierra elemental ni poblaciones ni otros signos humanos. Todo era vasto, pero al mismo tiempo era íntimo y, de alguna manera, secreto. En el campo desaforado, a veces no había otra cosa que un toro. La soledad era perfecta y tal vez hostil, y Dahlmann pudo sospechar que viajaba al pasado y no sólo al Sur. De esa conjetura fantástica lo distrajo el inspector, que al ver su boleto, le advirtió que el tren no lo dejaría en la estación de siempre sino en otra, un poco anterior y apenas conocida por Dahlmann. (El hombre añadió una explicación que Dahlmann no trató de entender ni siquiera de oír, porque el mecanismo de los hechos no le importaba).

El tren laboriosamente se detuvo, casi en medio del campo. Del otro lado de las vías quedaba la estación, que era poco más que un andén con un cobertizo. Ningún vehículo tenían, pero el jefe opinó que tal vez pudiera conseguir uno en un comercio que le indicó a unas diez, doce, cuadras.
Dahlmann aceptó la caminata como una pequeña aventura. Ya se había hundido el sol, pero un esplendor final exaltaba la viva y silenciosa llanura, antes de que la borrara la noche. Menos para no fatigarse que para hacer durar esas cosas, Dahlmann caminaba despacio, aspirando con grave felicidad el olor del trébol.

El almacén, alguna vez, había sido punzó, pero los años habían mitigado para su bien ese color violento. Algo en su pobre arquitectura le recordó un grabado en acero, acaso de una vieja edición de Pablo y Virginia. Atados al palenque había unos caballos. Dahlmam, adentro, creyó reconocer al patrón; luego comprendió que lo había engañado su parecido con uno de los empleados del sanatorio. El hombre, oído el caso, dijo que le haría atar la jardinera; para agregar otro hecho a aquel día y para llenar ese tiempo, Dahlmann resolvió comer en el almacén.

En una mesa comían y bebían ruidosamente unos muchachones, en los que Dahlmann, al principio, no se fijó. En el suelo, apoyado en el mostrador, se acurrucaba, inmóvil como una cosa, un hombre muy viejo. Los muchos años lo habían reducido y pulido como las aguas a una piedra o las generaciones de los hombres a una sentencia. Era oscuro, chico y reseco, y estaba como fuera del tiempo, en una eternidad. Dahlmann registró con satisfacción la vincha, el poncho de bayeta, el largo chiripá y la bota de potro y se dijo, rememorando inútiles discusiones con gente de los partidos del Norte o con entrerrianos, que gauchos de ésos ya no quedan más que en el Sur.

Dahlmann se acomodó junto a la ventana. La oscuridad fue quedándose con el campo, pero su olor y sus rumores aún le llegaban entre los barrotes de hierro. El patrón le trajo sardinas y después carne asada; Dahlmann las empujó con unos vasos de vino tinto. Ocioso, paladeaba el áspero sabor y dejaba errar la mirada por el local, ya un poco soñolienta. La lámpara de kerosén pendía de uno de los tirantes; los parroquianos de la otra mesa eran tres: dos parecían peones de chacra: otro, de rasgos achinados y torpes, bebía con el chambergo puesto. Dahlmann, de pronto, sintió un leve roce en la cara. Junto al vaso ordinario de vidrio turbio, sobre una de las rayas del mantel, había una bolita de miga. Eso era todo, pero alguien se la había tirado.

Los de la otra mesa parecían ajenos a él. Dalhman, perplejo, decidió que nada había ocurrido y abrió el volumen de Las Mil y Una Noches, como para tapar la realidad. Otra bolita lo alcanzó a los pocos minutos, y esta vez los peones se rieron. Dahlmann se dijo que no estaba asustado, pero que sería un disparate que él, un convaleciente, se dejara arrastrar por desconocidos a una pelea confusa. Resolvió salir; ya estaba de pie cuando el patrón se le acercó y lo exhortó con voz alarmada:

-Señor Dahlmann, no les haga caso a esos mozos, que están medio alegres.
Dahlmann no se extrañó de que el otro, ahora, lo conociera, pero sintió que estas palabras conciliadoras agravaban, de hecho, la situación. Antes, la provocación de los peones era a una cara accidental, casi a nadie; ahora iba contra él y contra su nombre y lo sabrían los vecinos. Dahlmann hizo a un lado al patrón, se enfrentó con los peones y les preguntó qué andaban buscando.

El compadrito de la cara achinada se paró, tambaleándose. A un paso de Juan Dahlmann, lo injurió a gritos, como si estuviera muy lejos. Jugaba a exagerar su borrachera y esa exageración era otra ferocidad y una burla. Entre malas palabras y obscenidades, tiró al aire un largo cuchillo, lo siguió con los ojos, lo barajó e invitó a Dahlmann a pelear. El patrón objetó con trémula voz que Dahlmann estaba desarmado. En ese punto, algo imprevisible ocurrió.

Desde un rincón el viejo gaucho estático, en el que Dahlmann vio una cifra del Sur (del Sur que era suyo), le tiró una daga desnuda que vino a caer a sus pies. Era como si el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo. Dahlmann se inclinó a recoger la daga y sintió dos cosas. La primera, que ese acto casi instintivo lo comprometía a pelear. La segunda, que el arma, en su mano torpe, no serviría para defenderlo, sino para justificar que lo mataran. Alguna vez había jugado con un puñal, como todos los hombres, pero su esgrima no pasaba de una noción de que los golpes deben ir hacia arriba y con el filo para adentro. No hubieran permitido en el sanatorio que me pasaran estas cosas, pensó.

-Vamos saliendo- dijo el otro.
Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado.

Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura.

martes, 21 de abril de 2015

Comentario de texto como vía para una compresión efectiva


Un comentario de texto es un ejercicio orientado a plasmar por escrito o de forma oral todas las claves que permiten la comprensión plena de un documento. Es un trabajo de análisis, reflexión y crítica de un texto. Debe aportar nuevas ideas relacionadas con el texto comentado.

Es empleado para valorar en selectividad la competencia lectora del alumno y su conocimiento sobre la materia. A groso modo sirve para: Demostrar qué es lo que has comprendido del texto, además de relacionar y ampliar la información del texto original con tus conocimientos.

Para elaborar un comentario de texto es necesario:

1.    Leer el texto de forma ágil para entender la idea general del texto.

2.    Después debemos hacer una lectura pormenorizada y detenida del texto. Se pueden los términos más importantes, tomar nota (en una hoja aparte) de las ideas que se nos vengan a la cabeza tanto de las directamente relacionadas con el texto como de las que se refieren a datos generales del autor.

3.    De modo que el estudiante logre interiorizar la idea central del texto y el propósito del autor al escribirlo, con métodos como el parafraseo, encuadrarlo dentro de una disciplina (Psicología, Historia, Metafísica, Ética, Gnoseología, Teología, etc.).

4.    Durante la redacción del comentario hay que colocar toda la información que hemos preparado en el apartado anterior, de forma ordenada. Un consejo útil es hacer un guión de todo lo que hemos anotado cuando leíamos el texto y clasificarlo según su relevancia. Como por ejemplo los conceptos teóricos más característicos del autor y dichos términos aplicados en la práctica.

5.    Se resumen las ideas más importantes. Se trata de dar una explicación coherente del contenido del texto. En este apartado en el que se nos pide exponer el contenido del texto habría que descomponerlo en diferentes partes que habría que comentar y analizar.

6.    Contextualización del texto en la obra del autor. Conviene empezar la pregunta de relación (en la que hay que relacionar el texto con el pensamiento del autor) con una breve referencia al autor, así como al periodo histórico y contexto filosófico en el que vivió y los autores que influenciaron la postura del autor del texto.

7.    El Comentario crítico, implica plantear las dificultades de interpretación con objeto de descubrir incoherencias o contradicciones con otras obras, etc. Además discutir el contenido del texto suponiendo alternativas opuestas (Ejemplo: "Si el autor no partiese de estos presupuestos entonces llegaríamos a estos otros y no caeríamos en estos problemas y resolveríamos estos otros").




lunes, 20 de abril de 2015

Comunicación visual como expresión a través de imágenes.

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La comunicación visual es un sistema de comunicación que utiliza las imágenes como medio de expresión, es decir, transmite mensajes visuales, por ende son nuestros ojos y el contexto en el cual se presenta la imagen; lo que nos permite decodificar el mensaje.

A través de la comunicación visual, no solo emitimos mensajes de carácter informativo o estético, también creamos cultura, identidad, nos damos a conocer, creamos una imagen de nosotros mismos (por ejemplo: gustos e ideologías).   

Un ejemplo de como la imagen es capaz de hablar por sí sola, sin necesidad de que se adjunte un texto son las caricaturas políticas que plasma el caricaturista y periodista Vladimir flores conocido como Vladdo, quien ha dibujado diversas caricaturas de contexto critico en revistas y periódicos de su país, es por ello que ha ganado reconocimientos como el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el Premio Nacional de Periodismo del Círculo de Periodistas de Bogotá (1988), el premio de Excelencia otorgado por la Sociedad Interamericana de Prensa (2002) y en dos ocasiones el premio de excelencia de la Society for News Design desde 1994, publica la sección Vladdomanía en la Revista Semana. Luego, en una imagen es posible retomar una situación, una emoción o simplemente advertir de una condición.


sábado, 18 de abril de 2015

Escribir un resumen en 6 pasos

                                    

El resumen consiste en sintetizar un texto de tal forma que éste sólo contenga los elementos más relevantes, es dar al lector un relato condensado y objetivo de las ideas principales y las características de un texto.

El resumen es beneficioso puesto que estimula la capacidad de reducción del texto, de modo que se es conciso y claro con las ideas que se quieren expresar. Así mismo, la organización lógica del pensamiento que requiere la escritura es el mejor método para profundizar en la comprensión. Es por ello que no es adecuado limitarse a copiar fragmentos, que por el contrario es necesario escribir con nuestras propias palabras después de reflexionar.

La mejor manera de hacer un resumen es siguiendo los siguientes pasos:

1-  Lee silenciosamente todo el texto.
2- Sepáralo en párrafos.
3- Lee por párrafos subrayando las ideas más importantes de cada uno. Si es necesario escribe notas al margen que para ti sean importantes.
4- Todo lo subrayado escríbelo en tu cuaderno.
5- Ordena lo escrito y redacta el resumen tratando de ser claro, exacto, coherente y fiel a lo que vas a resumir.
6- Revisa lo escrito y suprime los términos inadecuados corrigiendo a la vez la puntuación y la ortografía.

jueves, 16 de abril de 2015

Cuento de la semana: “Paseo Nocturno”

Rubem Fonseca




Llegué a la casa cargando la carpeta llena de papeles, relatorios, estudios, investigaciones, propuestas, contratos. Mi mujer, jugando solitario en la cama, un vaso de whisky en el velador, dijo, sin sacar lo ojos de las cartas, estás con un aire de cansado. Los sonidos de la casa: mi hija en el dormitorio de ella practicando impostación de la voz, la música cuadrafónica del dormitorio de mi hijo. ¿No vas a soltar ese maletín? Preguntó mi mujer, sácate esa ropa, bebe un whisky, necesitas relajarte.

Fui a la biblioteca, el lugar de la casa donde me gustaba estar aislado y como siempre no hice nada. Abrí el volumen de pesquisas sobre la mesa, no veía las letras ni los números, yo apenas esperaba. Tú no paras de trabajar, apuesto que tus socios no trabajan ni la mitad y ganan la misma cosa, entró mi mujer en la sala con un vaso en la mano, ¿ya puedo mandar a servir la comida?

La empleada servía a la francesa, mis hijos habían crecido, mi mujer y yo estábamos gordos. Es aquel vino que te gusta, ella hace un chasquido con placer. Mi hijo me pidió dinero cuando estábamos en el cafecito, mi hija me pidió dinero en la hora del licor. Mi mujer no pidió nada, nosotros teníamos una cuenta bancaria conjunta.

¿Vamos a dar una vuelta en el auto? Invité. Yo sabía que ella no iba, era la hora de la teleserie. No sé qué gracia tiene pasear de auto todas las noches, también ese auto costó una fortuna, tiene que ser usado, yo soy la que se apega menos a los bienes materiales, respondió mi mujer.

Los autos de los niños bloqueaban la puerta del garaje, impidiendo que yo sacase mi auto. Saqué el auto de los dos, los dejé en la calle, saqué el mío y lo dejé en la calle, puse los dos carros nuevamente en el garaje, cerré la puerta, todas esas maniobras me dejaron levemente irritado, pero al ver los parachoques salientes de mi auto, el refuerzo especial doble de acero cromado, sentí que el corazón batía rápido de euforia. Metí la llave en la ignición, era un motor poderoso que generaba su fuerza en silencio, escondido en el capó aerodinámico.

Salí, como siempre sin saber para dónde ir, tenía que ser una calle desierta, en esta ciudad que tiene más gente que moscas. En la Avenida Brasil, allí no podía ser, mucho movimiento. Llegué a una calle mal iluminada, llena de árboles oscuros, el lugar ideal. ¿Hombre o mujer?, realmente no había gran diferencia, pero no aparecía nadie en condiciones, comencé a quedar un poco tenso, eso siempre sucedía, hasta me gustaba, el alivio era mayor.

Entonces vi a la mujer, podía ser ella, aunque una mujer fuese menos emocionante, por ser más fácil. Ella caminaba apresuradamente, llevando un bulto de papel ordinario, cosas de la panadería o de la verdulería, estaba de falda y blusa, andaba rápido, había árboles en la acera, de veinte en veinte metros, un interesante problema que exigía una dosis de pericia. Apagué las luces del auto y aceleré. Ella sólo se dio cuenta que yo iba encima de ella cuando escuchó el sonido del caucho de los neumáticos pegando en la cuneta.

Di en la mujer arriba de las rodillas, bien al medio de las dos piernas, un poco más sobre la izquierda, un golpe perfecto, escuché el ruido del impacto partiendo los dos huesazos, desvié rápido a la izquierda, un golpe perfecto, pasé como un cohete cerca de un árbol y me deslicé con los neumáticos cantando, de vuelta al asfalto. Motor bueno, el mío, iba de cero a cien kilómetros en once segundos. Incluso pude ver el cuerpo todo descoyuntado de la mujer que había ido a parar, rojizo, encima de un muro, de esos bajitos de casa de suburbio.

Examiné el auto en el garaje. Pasé orgullosamente la mano suavemente por el guardabarros, los parachoques sin marca. Pocas personas, en el mundo entero, igualaban mi habilidad en el uso de esas máquinas.

La familia estaba viendo la televisión. ¿Ya dio su paseíto, ahora estás más tranquilo?, preguntó mi mujer, acostada en el sofá, mirando fijamente el video. Voy a dormir, buenos noches para todos, respondí, mañana voy a tener un día horrible en la compañía.


miércoles, 15 de abril de 2015

¿Conoces las técnicas de estudio?




En muchas ocasiones,  hemos presentado falencias o dificultades en nuestros talleres o parciales, todo esto debido a que no sabemos cómo estudiar, o en  mayoría de casos no utilizamos técnicas, es por esto que te traemos unas técnicas de estudio eficaces que podrás aplicar y seguramente obtendrás mejores resultados en tus pruebas y tus notas serán superiores. A continuación te mostramos algunas estrategias de estudio que te serán útiles.

Las técnicas de estudio son estrategias, utilizadas para llevar a cabo un aprendizaje de manera más efectiva. Se considera un procedimiento de carácter cognitivo y meta cognitivo que utilizan los seres humanos para estudiar.Las más utilizadas para la adquisición de conocimientos se utiliza: la auto-observación, la observación directa, la observación indirecta. Los métodos utilizados para el fortalecimiento de la memoria son el ensayo y el aprendizaje mecánico. 

Existen diferentes técnicas de estudio, en las cuáles se busca que el estudiante conozca cómo es su proceso de estudio para así mismo poder desarrollar diversas tácticas que faciliten la adquisición de conocimientos, como por ejemplo aprendizaje por memoria, de resolución de problemas, elección y toma de decisiones, entre otros. Pero no solo es importante tener estás herramientas, sino que además factores como el tiempo, el lugar donde se lleva a cabo el estudio, la dedicación que se tome para estudiar o elaborar el trabajo, la planificación en cuanto a las actividades a realizar, el interés, el repaso, intercambiar conocimientos con personas que conozcan del tema o que estén trabajando en él, utilizar todos los materiales adecuados, entre otras.



martes, 14 de abril de 2015

El arte de redactar




Redactar no es una tarea fácil, y es, sobre todo una práctica que se adquiere con la experiencia,  siendo un lector activo, un escritor empedernido y profesando gran amor por las letras. Aunque muchos de nosotros no somos expertos, existen algunas pautas indispensables a la hora de sentarnos a redactar un texto. 

Aquí te damos algunos consejos

Lo primero y más importante se trata de la selección del tema, búsqueda de información, elaboración de un bosquejo, redacción de un borrador, revisiones, redacción definitiva.

Después, es muy importante saber ¿Qué quiero decir?, ¿cómo quiero decirlo?, ¿para qué asignatura es?… Estas y otras preguntas son las que nos debemos hacer antes de ponernos a escribir. Lo principal es que tengamos muy claro de qué vamos a hablar antes de empezar, para que la redacción no se nos complique y acabe siendo liosa. Hacer un esquema con las ideas principales y secundarias del texto y lo que va en cada tema o lo que no se nos puede olvidar contar, nos va a ayudar a organizarnos.

Si el texto que vamos a escribir no es solo para nosotros, entonces debemos pensar en el lector. Hay que intentar que nos entienda, por ello escribir frases cortas y olvidarnos de interminables subordinadas. Trasmitir de forma sencilla y concisa la idea siempre dará buen resultado.

Un adjetivo bien usado ayuda a describir lo que queremos decir. Da color al texto. Pero no nos dejemos engañar por su apariencia inocente de complemento del sustantivo, no. El adjetivo es un ente malvado que crea adicción y convierte cualquier texto sencillo en una rimbombante compilación de palabras llenas de florituras, que trasmiten imágenes repelentemente cursis.

La construcción del lenguaje hablado y del escrito son diferentes. La redacción de un artículo periodístico o de un trabajo para la universidad no puede ni debe ser un texto literario, pero tampoco una conversación con los colegas. Tanto si nos decidimos por un estilo distendido, uno más neutral o uno de carácter académico, debemos cuidar que las frases no sigan el patrón de una conversación, sino el de una redacción. Cada frase debe tener sujeto, predicado y los complementos necesarios, y cada idea debe estar enunciada y concluida, sin que se quede nada en el aire.

El lector necesita respirar y comprender. Nosotros necesitamos concluir las ideas, enumerarlas, explicarlas. Puntuar correctamente es indispensable para redactar bien y además nos ayuda a organizar nuestros pensamientos para que el texto no sea caótico.

Escribir maravillosamente es un arte reservado a unos pocos afortunados, pero escribir bien y de forma correcta lo podemos hacer todos y la buena noticia es que como mejor se aprende es leyendo y practicando. Además de fácil, divertido. ¿Qué más se puede pedir?

lunes, 13 de abril de 2015

Reflexionar, aportar conocimientos, defender un punto de vista, todo esto es el ensayo.


El ensayo es un tipo de prosa que brevemente analiza, interpreta o evalúa un tema. Se considera un género literario, al igual que la poesía, la ficción y el drama.

El ensayo con el que se suelen encontrar los estudiantes es el ensayo que constituye una pregunta de tarea o examen y que se diferencia de otros tipos de redacción en que: Utiliza un tono formal. Por ello deben evitarse el humor, el sarcasmo, el vocabulario coloquial y las observaciones tangenciales o irrelevantes. Aunque el propósito fundamental del ensayo de examen o tarea es demostrar los propios conocimientos sobre el curso de la manera más completa posible, hay que hacerlo con respeto y total conocimiento de lo que se está escribiendo.

Es importante responder exactamente a la pregunta. Hay que tener en cuenta que un ensayo suele juzgarse de acuerdo con tres criterios: Un contenido relevante y bien documentado,  un argumento apropiado y bien organizado, el uso correcto e idiomático del lenguaje.

La introducción le indica al lector: el propósito del escritor, el acercamiento al tema y la organización que seguirá el ensayo. Vamos a ver cómo se logra algo tan aparentemente complejo. El primer paso de la introducción consiste en generar ideas pero ¡cuidado!: se trata de generar ideas sobre una pregunta concreta y no sobre un tema muy amplio. Por lo tanto, habrá que limitar el tema y enfocarlo, es decir, organizarlo de acuerdo con una cierta perspectiva y mediante una serie de preguntas que el escritor se hace a sí mismo.

En el nudo/cuerpo tiene lugar el desarrollo de los aspectos que se indicaron en la introducción. Por lo general, cada aspecto mencionado en la tesis ocupará un párrafo del ensayo. Ahora bien, la organización del nudo/cuerpo variará algo según se escoja una u otra estrategia de argumentación. Es una sección muy importante del ensayo pues demuestra la capacidad de organización y argumentación del escritor. Así pues, son cruciales en esta sección, el uso adecuado de transiciones y el buen manejo de la lógica.

La conclusión es el último párrafo del ensayo y debe recoger (o recapitular) las ideas que se presentaron en la tesis, en la introducción. En la conclusión se invierte la fórmula de la introducción: se empieza con un breve resumen del ensayo y se termina con una frase bien pensada que llame la atención del lector sobre el punto clave del artículo. Esta última frase debe reflejar bien el enfoque del ensayo y a menudo servir para situar la idea central dentro de un contexto más amplio.

Dicho esto, podemos concluir entonces, que el ensayo es la herramienta clave,  importante, y básica, para expresar puntos de vista sobre un tema y lograr adquirir conocimientos sobre éste; se trate del campo literario o de las demás áreas.


domingo, 12 de abril de 2015

¿Cómo y cuándo citar con las normas APA?



Las normas APA fueron creadas por La Asociación Estadounidense de Psicología (American Psychological Association), organización científica y profesional de psicólogos estadounidenses; cuyo objetivo principal para la constitución de éstas, era  la unificación a nivel internacional de todos los estándares para la realización de documentos escritos. Aunque, en términos generales, suelen usarse especificamente para trabajos de grado o investigaciones.

Las citas son ideas, frases o expresiones tomadas de otra fuente, ya sea de internet o de un libro, y por ello es necesario  mencionar de dónde fueron extraídas dichas ideas, puesto que no es de nuestra autoría, o en algunos casos es parafraseada; como lo mencionamos en una de nuestras anteriores publicaciones.


Existen diferentes tipos de citas para las normas APA:

Citas textuales
Es una idea que se toma literalmente para utilización en otro texto. Si la cita es menor a 40 palabras, debe ir en el texto a usar entre comillas y con letra cursiva. El punto va después de poner la fuente.

Cita basada en autor
-Citar con apellido y año de publicación.
-La información de la página va luego de la cita.
-Tras el texto, se pone el apellido y año: “Gómez (2014) dice:”
-No se utilizan comillas para los datos ni la cita.
-El punto final va tras finalizar la cita.
-La página de cita se coloca entre paréntesis tras el punto final de lo citado.

Cita basada en el texto
Se pone la cita y luego el apellido, año y página. Todo entre paréntesis y seguido de punto.
-No debe usarse comillas ni cursivas.
-Se coloca punta al final de la cita y antes de los datos.
-Citar con apellido, año y página en un párrafo aparte.

Citas de parafraseo
Es la forma literaria en que el autor usa una idea de otra persona o fuente con palabras propias.
§  La cita será con apellido y año de publicación entre paréntesis.
§  El punto se coloca tras el paréntesis.

Citas de más de 40 palabras
Cuando el texto a utilizar es mayor a 40 palabras, se escribe aparte del texto principal.